5. Convento de Santa Ursula

La izquierda dividida: comunistas, socialistas, anarquistas

En Homenaje a Cataluña (1938), George Orwell presenta una historia emocionante de un hombre perplejo que huye de enemigos desconocidos. En junio de 1937, el escritor británico huyó de Barcelona por ser “trotskista”.

Una de las paradojas de la guerra republicana contra la Quinta Columna es que algunos antifascistas fueron acusados de estar a sueldo de los franquistas. Entre ellos se encontraban extranjeros como Orwell que no lucharon en las Brigadas Internacionales organizadas por los comunistas, prefiriendo unirse a unidades de milicias anarquistas o del POUM. El POUM era un partido comunista antiestalinista que sólo era fuerte en Cataluña. A menudo se le ha llamado “trotskista”, pero el propio León Trotsky fue muy crítico con el partido. Aun así, el POUM compartía ampliamente las opiniones del líder soviético exiliado tanto sobre la Revolución de 1917 como sobre la Revolución Española. Ambas habían sido traicionadas por Stalin. La dictadura del proletariado, creía el POUM, se había convertido en la tiranía de un solo hombre en la Unión Soviética, y el cada vez más poderoso movimiento estalinista en España pretendía destruir la revolución popular e imponer el gobierno de un solo partido. Por ello, el POUM participó en las “jornadas de mayo” de 1937 en Barcelona, en las que murieron más de 200 personas en enfrentamientos entre la policía y los revolucionarios convencidos del peligro existencial que suponía el estalinismo.

El escritor británico George Orwell, hacia 1940. Cassowary Colorizations

Orwell participó en la lucha callejera como parte de las milicias del POUM, y Homenaje a Cataluña presenta un poderoso relato no sólo de las “jornadas de mayo”, sino también de la tesis de la “revolución traicionada” que movió a muchos de sus camaradas. Sin embargo, 85 años después, esta interpretación presenta una serie de problemas. Es cierto que el comunismo estalinista se convirtió en un movimiento de masas. También lo es que la paranoia estalinista sobre el trotskismo fue importada a la España republicana como parte de la ayuda soviética. Los agentes de la NKVD (más tarde el KGB) bajo el mando de Alexander Orlov llegaron en el otoño de 1936 decididos a perseguir al POUM “trotskista”. Esto es totalmente lógico dado que meses antes – en los “juicios de Moscú” de los viejos líderes bolcheviques, como Zinoviev y Kamenev – el régimen estalinista había “demostrado” que el trotskismo estaba aliado con el fascismo internacional. El mayor “éxito” del NKVD fue el asesinato del líder del POUM Andrés Nin en junio de 1937. Para entonces, la prisión de Santa Úrsula de Valencia estaba bajo el control de Orlov y de los comunistas extranjeros, y era donde los llamados trotskistas podían ser encarcelados. Pero en octubre de ese año esta lúgubre prisión secreta estaba llena principalmente de simpatizantes franquistas.

Aun así, ¿fueron los comunistas traidores de la revolución? Dirigentes comunistas españoles como Dolores Ibárruri, ‘Pasionaria’, siempre afirmaron que ellos eran los verdaderos revolucionarios. Mientras seguían obedientemente la política de Stalin del “Frente Popular” (una alianza progresista interclasista contra el fascismo), pedían una “democracia de nuevo tipo”. Nada que ver con la democracia liberal: esta excluiría a cualquiera que se considerara “fascista”. Sin embargo, los comunistas nunca dominaron la España republicana. Otros antifascistas tenían poderosas razones para apoyar la persecución del POUM. El POUM había llamado a otro 1917 en España -el derrocamiento revolucionario del gobierno- pero era demasiado débil para llevar a cabo un golpe leninista. De hecho, su propia debilidad lo convirtió en un útil chivo expiatorio tras las “jornadas de mayo” de 1937. La mayoría de los que estaban en las barricadas eran miembros de la CNT-FAI anarcosindicalista, pero el nuevo Gobierno de Negrín estaba ansioso por asegurar la continua cooperación de ese movimiento de masas con el esfuerzo de guerra y atribuyó la responsabilidad al POUM.

La represión del “trotskismo” aumentó el rencor dentro de la izquierda. Los revolucionarios fueron encarcelados en lugar de asesinados -el asesinato de Nin no fue representativo- y presos muy elocuentes con buenos contactos internacionales lanzaron una eficaz campaña de denuncia de su trato. Si la causa republicana era la defensa de la libertad contra el fascismo, ¿por qué perseguía a los antifascistas?

Julius Ruiz

LEE MÁS

  • George Orwell, Homenaje a Cataluña (Debolsillo, 2013)
  • Ferran Gallego, La crisis del antifascismo: Barcelona, Mayo de 1937 (Debolsillo, 2008)
  • Manuel Aguilera Povedano, Compañeros y camaradas. Las luchas entre antifascistas en la Guerra Civil Española (Actas, 2012).